El agua

El agua es esencial para la supervivencia, tanto para la producción de nuestros alimentos como nuestras necesidades diarias. Dos arroyos atraviesan la finca y suelen tener agua desde mediados de invierno hasta mediados de primavera. Concretamente, uno de ellos nace a pocos metros de la finca y se oye correr el agua en su nacimiento bajo unas zarzas. En la vega de este arroyo existe un pozo artesano, de los de noria, que los antiguos propietarios hacían mover con un burro. 

Esta vega tiene la tierra más fértil y allí se plantaron frutales, aunque hasta ahora han estado bastante desatendidos. También es donde hemos plantado el huerto de verano muchos años. 

La entrada de la finca está cortada por el otro arroyo, que transcurre por un paseo de grandes y pequeños fresnos. También hemos realizado un pozo de sondeo, con una profundidad de 85 metros y una bomba de 10 cv. El agua es bombeada a un depósito que hay junto a la casa de paja y almacenada para regar por caída y con un pequeño grupo de presión. El agua se extrae mediante un sistema de bombeo solar directo. Este sondeo produce en sus meses más secos de verano unos 10.000 litros al día. Como el agua en cierto sentido es limitada, la mayoría de las plantas que ponemos están pensadas para aguantar tiempos de escasez hídrica.

El terreno

Uno de nuestros compromisos ha sido mejorar la fertilidad del suelo. Lo cierto es que desde que llegamos se plantaron muchos árboles, sin mucho orden ni concierto, supuestas higueras de cuello de dama que nunca dieron higos, olivos de una variedad que no llegan a cuajar los frutos porque son para un clima más fresco o frutales que nunca llegaron a producir de una forma generosa.

Para intentar mejorarlo hemos decidido hacer algo que el 99% de las personas no están de acuerdo: dejar al suelo en paz. No voltearle, ni ararle. Para ello, hemos iniciado pasando un tipo de arado, que se llama subsolador, tiene unos brazos que bajan mas de 80 cm. de profundidad. Rompen la parte inferior del suelo, la llamada suela de cultivo, para permitir que llegue el agua de las lluvias, a profundidades que nunca antes había entrado. Y además, esos cortes que le hacemos al suelo, se lo realizamos siguiendo las cotas de nivel, con una técnica llamada línea clave, que permite ralentizar el deslizamiento del agua por la superficie del suelo, haciendo que esta baje en profundidad. 

A continuación, sembramos gran parte del terreno, con altramuces, veza, facelia y mostaza. Intentando colonizar el terreno para que este se enriquezca. Estas plantas son ricas en nitrógeno. Pertenecen a la familia de las leguminosas y sus raíces aportan al suelo nódulos ricos en nitrógeno y sus raíces airean el subsuelo para que se enriquezca de vida. En vez de arar el suelo, son las plantas las que lo hacen. 

Si tuviéramos ganadería y no tuviéramos árboles pequeños, la pasaríamos por las praderas y rebajarían el pasto convirtiéndolo en abono que quedaría en el suelo. Controlarían el riesgo de incendios y favorecerían la fertilidad a futuro. Pero como nuestros arboles no nos lo permiten, lo que solemos hacer es pasar una segadora, dejando posados sobre el suelo todos los pastos que han crecido, sirviendo estos como un mulch que protege el suelo del viento, el sol y mantiene la humedad el máximo tiempo posible. De esta manera, la vida microbiana del suelo puede desarrollarse.

Un lugar para desconectar y poder aprovechar todos los regalos que nos ofrece la naturaleza.

Centro de Interpretación de la Sostenibilidad, la Ley Natural y la Vida Saludable

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